Clínica dental, solución para la crisis

Desde hace 15 años soy odontólogo. Hasta el momento siempre había trabajado en clínicas externas, pero una década después me vi en la calle. Así que tuve que reinventarme. Ya sabemos que en ese momento te ves hundido, sin salida y pensando qué será de tu vida. El teléfono con ese amigo que te lo comentó nunca suena, y estás harto de mandar CV que acaban en una papelera. Sin embargo, nunca perdí la esperanza, y por supuesto creí en mis posibilidades.

Con la ayuda de dos amigos de la carrera que estaban en una situación parecida, decidimos montar una clínica dental propia. Formamos un gran equipo, ninguno sobresale sobre el otro, y nos echamos una mano siempre que podemos. La clínica es por lo tanto una iniciativa propia y la sentimos como algo propio. Estaba claro desde el principio que si esto salía adelante sería por nuestro esfuerzo.

No fue  fácil, lo reconozco. Los comienzos fueron muy duros. El gran problema de este país sigue siendo la financiación, y ahora que estamos en plena campaña electoral, por segunda vez, aprovecho para pedirles a los políticos más facilidades para acceder al crédito. Si nos quitan el grifo, es imposible que podamos llegar a buen puerto. Una nueva empresa precisa en sus comienzos del acondicionamiento del local como para el abastecimiento de materiales e instrumental, además de otros gastos previstos.

Una empresa que ha servido de referencia es Clínica Dental Morante, son especialistas en implantes dentales en Madrid, pero sobre todo tienen esa labor humana que os comentaba antes. Porque sigo pensando que para que una empresa salga adelante tiene que tener algo más que números. Esos números tienen que ser personas.

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Clínica dental solidaria

Os cuento por qué. El pasado 5 de noviembre de 2015 volvieron a subir a un avión de ilusiones con destino a Zimbabwe. Todos los años, los miembros de la fundación “Smile is a foundation”, con la que Dental Morante colabora, forman  una clínica dental ambulante y atraviesan el país africano de punta a punta, prestando servicios dentales a colegios y centros culturales. Durante el viaje les visitan familias de todos los poblados de la zona, esperando horas al sol con la esperanza de que puedan quitarles el dolor. Más de 1.000 km atravesados, con toda las dificultades que eso supone, pero ver la alegría de los niños mientras abrazan su nuevo cepillo de dientes supongo que hace que todo merezca la pena.

Algún día espero que mis amigos-socios y yo hagamos lo mismo. Sobre todo porque desde siempre pienso que esto de la odontología, es la profesión más gratificante que hay. Me hace ilusión saber que gracias a mis manos, la gente puede alimentarse mejor y tener una vida mucho más sana.

Si estás pensando en montar una clínica dental, claro que te lo recomiendo, pero también te digo que vas a tener que echarle algo más que unas horas al día. Pero sí se puede, se consigue.

 

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