El vino, una experiencia personal

Durante los últimos años, el consumo de vino se ha convertido en un auténtico ritual que trasciende la mera degustación o el simple disfrute de las virtudes del caldo. Requiere tiempo, paciencia, conocimiento y elegancia, así como la participación de elementos imprescindibles que completen la experiencia transformándola en un momento privado único e irrepetible, como las copas de vino grabadas o los decantadores de cristal. Algunas empresas han sabido conquistar este amplio terreno inexplorado para satisfacer con calidad y buen precio las exquisitas exigencias del connoisseur más avezado. Es el caso de Grabados Cristafiel, que se define como la primera empresa española en emprender la fabricación de copas grabadas para vino y otros productos alcohólicos de tamaño personalizado de acuerdo con las demandas del cliente.

Es decir, un producto de lujo puesto al alcance de todo tipo de bolsillos y que, además de para un consumo particular, realiza encargos destinados a ofertas y promociones de empresas, marcas, clubes, etcétera. La calidad en la atención y el acabado no depende del tamaño del encargo. No por nada, entre su cartera de clientes se encuentran destacados clubes de fútbol, las más importantes bodegas del territorio nacional e, incluso, la Casa Real Española. Si los grabados de cristal de sus copas son buenas para un rey, cómo no van a serlo para cualquier ciudadano de a pie, sencillo aficionado al jugo de la uva. La firma, radicada en Peñafiel, en la provincia de Valladolid, región conocida por su abundante y apreciada producción vitivinícola, comprende la fabricación, almacenado, grabado en cristal y distribución del producto, lo que, según sus estimaciones, les permite erigirse en “líderes en servicio, calidad y precio”, factores que esgrimen como garantía de su nombre.

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En consecuencia, aunque su especialidad radica en el trabajo del cristal y su decoración, el catálogo de Grabados Cristafiel comprende una gran variedad de artículos relacionados con la cultura del vino, tales como una miríada de copas de distintas formas y tamaños, adaptados al gusto particular del cliente; los decantadores de cristal para vino y los minidecantadores, las escupideras, las copas de materiales opacos para las catas a ciegas, los vertedores para la oxigenación del vino y la prevención del goteo, los cortacápsulas, los recogegotas, el tapón de bomba al vacío, las láminas vertedoras, los climatizadores de mayor o menor capacidad, etcétera. No obstante, como muestra de especialización en las copas de cristal grabadas, la propia página web de Grabados Cristafiel posee un programa de simulación que, con un simple click, mostrará al cliente los grabados en cristal que desee con el objetivo de asegurar su máxima satisfacción.

Esta incidencia en los distintos tamaños de las copas no cuestión baladí, ya que influye de manera decisiva en el sabor del vino, del mismo modo que lo hacen el resto de características de la copa. La finura del cristal y su transparencia, por ejemplo, permiten extender el disfrute sensorial a otros sentidos aparte del gusto, como es el de la vista e incluso el tacto por el contacto con un cristal delicado. Por su parte, que la copa posea un pie firme hace que el agarre del recipiente sea seguro mientras que, además, preservará el líquido del calor, la suciedad o aromas externos. En este aspecto olfativo, el tamaño también interviene en el disfrute de la intensidad y la calidad de los aromas que desprende el caldo. Estas características, como la intensidad de olores, el porcentaje de alcohol, la presencia de taninos, los tintes de acidez, los matices retronasales,… pueden ser potenciados por medio de la forma del contenedor, el cual, asimismo, es capaz de disimular los pequeños defectos del vino catado. Prosiguiendo con el olfato, el diámetro del borde desempeña un papel fundamental en esta vertiente. Debe por tanto gozar de unas dimensiones suficientes para permitir que la nariz penetre con suavidad para percatarse de la gama de olores que ofrece el líquido. Pero, al mismo tiempo, el diámetro es el que decanta la postura de la ingesta por parte del consumidor y deriva el líquido hacia las distintas partes de la cavidad bucal, haciendo hincapié en regiones de las papilas gustativas que discriminan sabores como el dulce, el ácido, el salado o el amargo y, a su vez, a causa del aumento de temperatura por el contacto con la boca, los efluvios y elementos volátiles del vino ascienden hasta las células olfativas completando toda esta experiencia de percepción.

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