En el 2008, dos jóvenes, que compartían piso en San Francisco, decidieron alquilar una de sus habitaciones por periodos cortos a turistas que visitaban la ciudad, y así obtener un dinero extra. Poco tiempo después crearon una plataforma digital para ayudar a personas en sus mismas condiciones. Desde entonces, el alquiler temporal de casas de particulares para fines turísticos no ha dejado de crecer por todo el mundo. Si ellos pudieron hacerlo, ¿por qué tú no?
Estos dos jóvenes que vivían en San Francisco eran diseñadores industriales, cuando se decidieron a realquilar su piso no estaban pasando por un buen momento económico, tenían dificultades para pagar el alquiler. La plataforma que inventaron era Airbnb. Hoy en día es la plataforma informática para alquileres vacacionales más utilizada en todo el mundo. Genera unos ingresos de 2600 millones de dólares al año. Más allá de la historia de éxito empresarial, lo que puso de manifiesto su experiencia es que un particular puede alquilar su vivienda para alojar turistas, obteniendo beneficio, igual que lo hace una cadena hotelera. Incluso con su vivienda habitual.
Aparte de un sitio en el que vivir, una vivienda es un activo económico. Un instrumento que si se pone a funcionar genera beneficios. Se trata de adoptar un punto de vista empresarial con tu casa, que bien gestionada no entra en contradicción con su uso habitual. Los rentistas lo llevan haciendo siglos. Se hacían con inmuebles y sacaban de ellos un rendimiento económico.
En las últimas décadas, se ha puesto de moda la economía colaborativa. Empresas, que por lo general trabajan en internet, ofrecen a sus clientes productos o servicios prestados por particulares. Ellos actúan como intermediarios, encargándose del mantenimiento y del área comercial, y cobran por ello una pequeña comisión. Sin contar con un producto físico, pero sí con una infraestructura informática y una estrategia de marketing, ellos ganan dinero y se lo hacen ganar a sus colaboradores. Los clientes saben que el producto es propiedad de un particular, lo cual despierta su simpatía y, en cierto modo, su solidaridad.
¿Por qué hay gente que prefiere las casas a los hoteles?
El auge que están alcanzando los alquilares turísticos de particulares durante estos últimos años se debe a varias razones:
En primer lugar, al precio de los alquileres. Mientras una noche de hotel en Barcelona en temporada baja te puede salir entre 80 y 100 €, no muy lejos del hotel puedes alquilar un piso de 3 habitaciones por el mismo precio. En él se pueden alojar hasta 6 personas. La diferencia salta a la vista. Gracias a ello puede viajar una familia entera o un grupo de amigos y alojarse en el centro de una ciudad turística.
Otra razón es la libertad que da disponer de una vivienda. Los inquilinos pueden entrar y salir de ella cuando quieran, aunque sea muy tarde no molestan a nadie. No tienen una hora límite de recogida, como suele suceder en un hotel. Pueden cocinar, si les apetece, o pedir que les traigan comida a domicilio.
Las viviendas de particulares están integradas en la ciudad. Cerca de los sitios que quieren visitar los turistas. Pueden desplazarse con comodidad por el destino vacacional, tomar la vivienda como base de operaciones y regresar a ella cuando quieran. En ella están como si fuera su casa. Una vivienda particular siempre está mejor acondicionada, aunque disponga de menos lujos, que una habitación de hotel o un apartahotel.
Alguna gente se siente atraída por el aspecto colaborativo. Prefieren darle el dinero a un particular que entregárselo a una cadena hotelera. Es como si le echaran una mano a gente como ellos. Algunos fantasean con las costumbres y hábitos de los propietarios de la casa.
La polémica.
A medida que se han ido popularizando los alquileres de pisos turísticos de particulares se ha creado una polémica sobre la alteración de la vida vecinal en ciertos barrios. Es el caso de las protestas de vecinos en el barrio de La Barceloneta, junto a la playa de Barcelona. Si bien es cierto que gran parte de estos pisos se concentran en zonas concretas, próximas a áreas de interés turístico: playas, centros de ocio, conjuntos monumentales, también es cierto que la actividad económica de esas ciudades ha virado hacia el turismo. La vida tradicional de esos barrios se ha visto alterada, como se ha alterado la economía de la ciudad. Esas contradicciones lógicas, entre vecinos de toda la vida y turistas, está alimentada por los medios de comunicación y las autoridades locales, escondiendo otros intereses empresariales.
La Barceloneta es un barrio de pescadores ubicado en una pequeña península que se adentra en el mar, al lado del antiguo puerto. Desde los años 80 el barrio lleva viviendo una progresiva decadencia, debido a la eliminación de la actividad pesquera en la ciudad. Para la preparación de las olimpiadas de Barcelona 92, el antiguo puerto pesquero se convirtió en un puerto deportivo que alberga yates de lujo. Se arreglaron las calles de este barrio y de la parte más meridional del barrio gótico, para dar una buena impresión de la ciudad. Zonas que llevaban décadas abandonas por las autoridades, de repente, eran rehabilitadas. Con la afluencia masiva del turismo, los propietarios de las antiguas casas de los pescadores vieron la oportunidad de alquilarlas durante espacios cortos de tiempo y ganarse un dinero. El turismo le ha dado una nueva vida a este barrio con historia que, evidentemente, es diferente a la que tenía décadas atrás. En la actualidad, vecinos de toda la vida conviven con visitantes temporales, devolviéndole el aire populoso a sus calles. Este fenómeno se está produciendo en los cascos antiguos y zonas de interés turístico de muchas ciudades.
Mientras algunos vecinos de La Barceloneta se quejan por actos incívicos de los turistas, otros reconocen que la economía colaborativa ha permitido que una pequeña parte del dinero que trae el turismo termine en el bolsillo de la gente del barrio. Hoy Barcelona es la tercera ciudad más visitada de Europa, con una afluencia de 8 millones y medio de turistas al año. Este es el hecho que ha cambiado la vida de los barrios de la ciudad, y no la existencia de pisos turísticos de particulares. Alimentar esta controversia, no obedece a otro interés que dirigir el alojamiento de los turistas exclusivamente a las cadenas hoteleras.
En Palma de Mallorca el poder del sector hotelero es tan fuerte que está prohibido el alquiler de pisos de particulares dirigidos a turistas. En Barcelona, el ayuntamiento concede unas pocas licencias de alquiler turístico al año, que por su precio y limitación, acaparan los especuladores. Aun así, esto no puede evitar que algunas personas alquilen su vivienda dos o tres veces al año. La ciudad catalana dejó de ser una ciudad industrial para pasar a ser cada vez más turística. Los barceloneses se sienten con derecho de aprovechar ellos ese cambio.
Garantía de protección.
Las agencias que se dedican a alquilar los pisos de los particulares se preocupan de que la vivienda se devuelva en las mismas condiciones en que se entregaron las llaves. Suelen disponer de un servicio propio de limpieza que intervienen antes y después de cada alquiler.
Según nos comentan en Key & Rent, una web especializada en alquileres vacacionales en Alicante y Madrid, el alquiler de viviendas de particulares es muy demandado por los turistas. Como funcionan la mayoría de estas plataformas es que, una vez se han puesto en contacto con el propietario, ellos se encargan de todos los temas relacionados con el alquiler. El dueño del inmueble no tiene que preocuparse de nada, solo de disfrutar de su tiempo y, lógicamente, del dinero que recibirá por la operación.
Como funcionan muchas de estas empresas es que firman un contrato con el propietario y recogen un juego de llaves. Acondicionan la vivienda para el alquiler turístico, protegiendo las pertenencias que pudieran quedar en ellas, y aportando algún artículo doméstico si fuera necesario. Publican la oferta de alquiler en portales y páginas web, ellos son los encargados de buscar a los clientes, y cuando han recibido alguna reserva se lo comunican al propietario, para asegurarse de que la vivienda estará disponible en las fechas comprometidas.
Se encargan de la limpieza y lavandería del piso. Gestionan cualquier tipo de incidencia que pudiera suceder. Durante el periodo de alquiler, la empresa se hace responsable del estado de la casa. Cobran el alquiler, y al finalizar la estancia le abonan el importe al propietario, descontando un porcentaje por los servicios prestados.
A estas agencias le interesa que la vivienda alquilada esté en perfectas condiciones, es un piso que podrán alquilar en otras ocasiones. Desean que el propietario quede contento y mantener la relación de colaboración el máximo tiempo posible.
Alquilar tu vivienda como piso turístico es una vía más con la que obtener unos ingresos extra. Con la popularidad que están alcanzando estos alquileres no te será difícil encontrar inquilinos, y con el auge de la economía colaborativa te aseguras de que la vivienda queda en perfectas condiciones.